Abuso sexual

El abuso sexual es una violencia de carácter sexual, con o sin contacto físico, cometido por uno o varios individuos mediante violencia, coerción, amenaza o sorpresa, es decir sin el consentimiento de la persona víctima. 

La coerción contemplada por la ley puede ser física o moral. Las violencias sexuales no tienen nada que ver con un deseo sexual ni con pulmones sexuales, son en realidad armas muy eficaces para destruir y degradar al otro, someterlo y reducirlo al estado de objeto y de esclavo.

Se trata antes que nada de dominar y de ejercer todo su poder. Es importante señalar que no es inusual que la víctima de abuso sexual no presente heridas físicas o signos del ataque. Pero el abuso sexual aún así es un crimen y puede ser reportado a la policía de igual forma que otros crímenes.

¿Por qué es difícil para la víctima hablar sobre el abuso?

1. Negación

En ocasiones les toma mucho tiempo darse cuenta o aceptar que se ha sufrido un abuso. El evento puede ser bloqueado por mucho tiempo, y es usualmente la aparición de síntomas como la depresión o los trastornos sexuales lo que llevará a la persona a trabajar sobre su sufrimiento y a aceptar hablar al respecto. Es el primer paso de la curación.

Hablar acerca del traumatismo, hacer conciencia de la realidad: « he sido abusada/o », puede ser un choque muy fuerte. La persona comprenderá la extrema repugnancia que experimenta al admitir que su cuerpo y su espíritu han sido violentados. El deseo olvidar lo que ocurrió, de jamás haberlo vivido, es tan intenso que tenderá a refugiarse en la negación: «Eso no me pudo haber ocurrido».

2. Culpabilidad

La experiencia de un abuso es tan abrumadora que hace que se pierda el control de distintos mecanismos de control y defensa que normalmente generan estabilidad emocional y autoestima. Esto ocasiona que pensamientos negativos invadan a la persona: «¿habrá sido mi culpa?», «¿podría haberlo evitado?».

Es crucial para la persona que ha sufrido abuso entender que su culpabilidad está asociada al desfase entre lo vivido en el pasado (y las razones por las cuales era imposible evitar el abuso: su tierna edad, su ignorancia y su total confianza), y su vivencia actual, en donde ya es mayor, tiene más recursos, es menos ignorante y ha aprendido a protegerse. La víctima se siente culpable porque mira los eventos pasados con los ojos del adulto alerta que es hoy día. Ahora bien, en aquel entonces, ella no poseía los recursos suficientes para protegerse e impedir el abuso. También es importante hacer entender a la víctima que el abusador se aprovechó de ciertos puntos débiles, que sin embargo son propios y naturales de la edad: por ejemplo de su ternura legítima, de su confianza total propia de todo niño, de su necesidad de afecto.

Advertir todo esto ayuda a la persona a no sentirse responsable y a liberarse de culpas que viene arrastrado. Sin embargo, el proceso de curación es largo y es recomendable mucha paciente para el paciente como para el terapeuta.

3. Hablar puede costarle caro

Cada vez que la persona que sufrió abuso se sumerge en el horror de su pasado, debe pagar un precio muy alto. Al intentar olvidar el abuso y pasar la página, se construye un cierto equilibrio, por ejemplo con sus familiares y amigos. Es importante entender que se trata de un falso refugio.

Si decide revelar la verdad, corre el riesgo de desorganizar este equilibrio y de suscitar presiones de sus cercanos. Existe siempre el riesgo de toparse con falsos consejeros que se preocupan más de la tranquilidad y del qué dirán, que pueden incluso acusar de mentir o de exagerar, le reprocharán el recordar el pasado y le incitará a minimizarlo, a dejarlo atrás, incluso a perdonarlo. El resultado de este es el riesgo de que la persona víctima de abuso termine siendo percibida como responsable del abuso. Evidentemente, esto sería una re-victimización de la persona.

El psicólogo puede ayudarle a evaluar la importancia de esta lucha que deberá librar para salir de los falsos refugios (del silencio). Podrá ver que muchas veces quienes quieren impedir que esto salga a la luz son las personas que debieron asistirle en aquel momento: los familiares o responsables de alguna institución.

4. La vergüenza

Un abuso sexual marca a la persona, la orilla a esconderse de los demás. La vergüenza es una mezcla de miedo al rechazo y de enojo hacia el abusador. La vergüenza tiene que con la manera en que la víctima se mira a sí misma; ella se mira como manchada de por vida. Es esta mirada que debe de cambiar.

5. El odio

La vergüenza lleva a la persona a dos salidas: menospreciarse a sí misma u odiar a los que se asemejen al abusador. En los dos casos el resultado es el mismo: la auto destrucción, pues el odio a sí mismo o el odio a otro son ambas destructivas.

El autodesprecio tiene la función de atenuar la vergüenza, de dar ilusión de controlar el sufrimiento y evitar así buscar cura a su ser. Sin embargo, a largo plazo, el autodesprecio puede conducir a la bulimia, a comportamientos dañinos e incluso al suicidio.

Superar un abuso sexual: tratamiento


Ni olvidar el abuso, ni minimizarlo, ni negarlo, ni pasar la página, ni dejar de quejarse, ni enterrarlo en el pasado, nada de esto ayuda a superar un abuso sexual. Superar un abuso sexual es un reto y un proceso que puede tomar tiempo y mucho esfuerzo por parte de la persona. Sin embargo sí se puede superar. Tanto la psicoterapia individual como la terapia sexual pueden ayudarte mucho a superar un abuso. En ocasiones puede ser de utilidad también la terapia de familia par sanar los vínculos con los padres, debilitados por el resentimientos, la desconfianza, etc.

En cuanto al enfoque psicológico conveniente para el tratamiento del abuso sexual, pueden recomendarse indistintamente el psicoanálisis, la terapia sistémica y la terapia cognitivo conductual.

 

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